En Lo que la tierra echa a volar en pájaros está personificando un cuerpo ancestral, en el sentido de lo desaparecido y la porfía por hacerlo presente, pero alejado del discurso teilleriano, lo que podríamos denominar la historia de una tierra o la entrega de la leyenda que fortalece el arraigo mágico a ese habitar. Y dicha leyenda de la riqueza escondida entre sus valles y el desierto es el ideario, pero también por contraste, la modificación del suelo en tumbas donde los huesos que dejó el golpe de estado, establecen un diálogo que oscila, sube y baja entre lo idílico y lo trágico, lo creado y lo que echa a volar. Rítmicamente hablamos de un texto plural, donde alternan fraseos largos ligados a la idealización con breves golpes que rememoran la literatura vanguardista o el neovanguardismo que nutrió a muchos de los autores de la denominada generación de los ochenta.