Es el resultado no sólo de un acuerdo entre quien escribe y quien presenta una serie fotográfica sobre el pueblo que los convoca, es parte de una cadena indescriptible y compleja; millones de azares, movimientos, sentimientos y decisiones que en definitiva, prepararon cada cuadro, cada tiro de máquina y modelaron cada verso, cada frase. Siete años estuvo el fotógrafo Roberto Buegueño en búsqueda de imágenes del territorio salamanquino. Sus rincones, su gente, los momentos significativos en la rutina de los ojos desprevenidos.