El 9 de noviembre de 1914, el Dr. Agote logró efectuar exitosamente la primera transfusión de sangre en un recipiente sin que se coagulara. Está experiencia de trascendencia fue llevada a cabo en el Hospital Rawson de Buenos Aires.
Tras incontables experimentos, el doctor Agote y su asistente de laboratorio Lucio Imaz, determinaron que una sustancia de sodio era la que evitaba la formación de coágulos en la sangre. Después de varias pruebas, concretaron exitosamente la transfusión de 300 cm3 de sangre, donada por un empleado del Hospital, Ramón Mosquera, a una parturienta que tres días después dejó el nosocomio en perfecto estado de salud.
El doctor Agote comunicó su descubrimiento al mundo y cuando el periódico norteamericano, New York Herald, publicó una síntesis de su método se atribuyó el descubrimiento al doctor Agote. La importancia de eso, aun trasciende, ya que en nuestros días aún se utiliza a nivel mundial el citrato de sodio como sustancia anticoagulante que permite, junto con otros aditivos, la conservación de la sangre fuera del cuerpo humano por un lapso de tiempo razonable.