El autor en su oficio de periodista nunca pensó en escribir un libro expresivo, pero sólo tuvo que relatar su penuaria en un mal momento y mezclarlo con la ficción para que el resultado fuese elocuente. Luego de pasar por varios talleres, sobre todo en el del escritor Álvaro Ruiz en La Herradura, se pule y decide lanzarse en las aguas de la prosa, aunque sin pretensiones definidas aún en ese instante, las que fueron motivadas por el propio Ruiz.
Son muchas historias las que se relatan, como “Monólogo perdido”, “Poca Fe”, “Lecturas Pendientes”, “Agobio” o “Sala de espera”, donde camufla muchas de sus propias vivencias, creando mundos, historias, personajes, que gustan y siguen perfeccionándose.